Quizás el título de este post haga creer que voy a escribir sobre un tema que está más de trillado. Pero no, a lo que me refiero es algo que va más allá.
Pero no se aleja mucho de, por ejemplo, el ahorro. Digamos que ahorras para tener dinero pero que un objetivo específico realmente no tienes.
Bueno, de buenas a primera no es lo ideal, deberíamos ahorrar dinero para uno que otro objetivo específico.
Pero aún cuando esa idea es correcta, tampoco está mal prepararnos para un futuro que no conocemos, a todas estas, recordamos el pasado y podemos proyectar el futuro; pero quién pudo proyectar el tema de Coronavirus años atrás salvo un Bill Gates.
Y allí está la magia; cuando podemos hacer cosas hoy que nos cree una especie de valor agregado puede que el día de mañana sea tremendamente beneficioso. Eso a cambio de, por ejemplo, no hacer nada.
Más específico, cuando yo decidí estudiar el TSU fue porque pensé que de manera muy inmediata, podría comenzar una carrera de ingeniería corta con una alta demanda para el Venezuela de aquella época y que solo serían tres años.
Yo trabajaba con mi papá en un negocio de charcutería en aquel entonces. Y allí trabajaba un empleado, que tenía alrededor de cuatro años mayor que yo. Yo simplemente pensé que para su edad mis probabilidades de tener un mejor trabajo serían muchísimo más de las que tendría él.
Vamos, hoy en día pienso que yo tenía muchas más posibilidades. Pero a mis precarios 19 años, en un pueblo dentro de un país en camino directo a una catástrofe social, quizás fue un plan que me daba la mayor de las posibilidades que haber intentado hacer otra cosa con la poca experiencia y educación que tenía.
Lo cierto es que fue así. Cuatro años después logré ingresar en las mejores empresas de telecomunicaciones de Venezuela como Lucent y Telcel. Y ocupar puestos envidiables para cualquier egresado de una carrera de ingeniería en telecomunicaciones.
Pero cuando empecé a estudiar no tenía como objetivo específico trabajar en Telcel. Pero sí sabía que mis posibilidades mejorarían. Terminé lejos de trabajar manejando una camioneta de pasajeros que pertenece a otra persona.
¿A qué quiero llegar? Que deberíamos tomar en cuenta el hacer planes a largo plazo no tanto con un objetivo específico, sino con la intensión que para ese entonces tengamos más posibilidades.
Quizás bajo esa premisa es que ahora estoy, en Nueva York, USA. Mis posibilidades aquí son mayores, con todos los pormenores que ha acarreado, mucho, pero mucho mayores que las que serían si estuviera en Venezuela o, incluso, en algún otro país de latinoamérica.
Peor no todo ha salido bien. Esto me ha llegado a la mente hoy que he pensado en el bitcoin. Una moneda que me hizo hace unos años, en su punto más alto de valor me hizo tener el capital más alto que he tenido.
Luego cayó, y mi poca experiencia en esto y mi desenfrenado despliegue emocional me hace tomar malas decisiones y termino por desintegrar ese capital. Pero y si hubiese pensado en largo plazo esperando ampliar posibilidades.
Me hubiera gustado guardar las claves en una caja fuerte que se abriera en tres años. No es lo mejor que podemos hacer, claro. Pero es algo que podemos practicar en paralelo con otras cosas.
Es como aquel que siembra trigo, pero tiene una algo por allí de tierra que le sobra sembrando centeno, maíz,etc. En largo plazo eso significará posibilidades. Y he andado creyendo que muy buena parte del éxito viene de las posibilidades que crees para ti. Es que si mucho de ello es cuestión de suerte entonces incrementar tus posibilidades va a jugar a tu favor.